miércoles, 8 de mayo de 2024

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 8º

 

...ver infeliz a Mi hija Me hacía 
derramar lágrimas amargas


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...


El alma a la Divina Mandataria: 

               Heme aquí Contigo, Mamá celestial, siento que no sé estar sin mi querida Mamá, mi pobre corazón está inquieto y sólo lo siento en paz cuando estoy en Tu regazo, como pequeña bebita estrechada a Tu Corazón para escuchar Tus lecciones, Tu dulce acento me endulza todas mis amarguras y dulcemente ata mi voluntad, y poniéndola como escabel bajo la Divina Voluntad me hace sentir Su dulce Imperio, su Vida, Su Felicidad. 

Lección de la Celestial Mandataria: 

               Hija Mía queridísima, debes saber que Yo te amo mucho, confíate a tu Mamá y está segura que alcanzarás la victoria sobre tu voluntad; si tú me eres fiel, Yo tomaré todo el empeño sobre ti, te haré de verdadera Mamá, por eso escucha lo que hice por ti ante el Altísimo: Yo no hacía otra cosa que estarme sobre las rodillas de Mi Padre Celestial, Yo era pequeña, no había nacido aún, pero el Querer Divino del cual Yo poseía la Vida, Me facilitaba Mis visitas a mi Creador, para Mí, las puertas, los caminos estaban abiertos, Yo no tenía miedo ni temor de Ellos, sólo la voluntad humana pone miedo, temor, desconfianza, y aleja a la pobre criatura de Aquél que tanto la ama y que quiere estar rodeado por sus hijos. Así que si la criatura tiene miedo y teme y no sabe estar como hija ante su Padre con su Creador, es señal de que la Divina Voluntad no reina en ella, y por eso son las torturadas, las mártires de la voluntad humana, por eso no hagas jamás tu voluntad, no quieras torturarte y martirizarte por ti misma, que es el más horrible de los martirios, sin sostén y sin fuerza. 

               Por lo tanto escúchame, Yo Me ponía en los brazos de la Divinidad, mucho más que me esperaban y hacían fiesta al verme; me amaban tanto, que al presentarme vertían otros mares de Amor y de Santidad en Mi Alma, no recuerdo haberme separado de Ellos sin que me agregaran otros dones sorprendentes. 

               Entonces, mientras estaba en Sus brazos Yo rogaba por el género humano, y muchas veces con lágrimas y suspiros lloraba por ti hija Mía y por todos, lloraba por tu voluntad rebelde, por tu triste suerte de verte puesta en la esclavitud de ella, que te hacía infeliz; ver infeliz a Mi hija Me hacía derramar lágrimas amargas, hasta bañar las manos de Mi Celestial Padre con Mi llanto, y la Divinidad enternecida con Mi llanto continuó a decirme: "Hija Nuestra querida, Tu amor Nos ata, Tus lágrimas extinguen el fuego de la Divina Justicia, Tus oraciones Nos atraen tanto hacia las criaturas que no Te sabemos resistir, por eso Te damos a Ti el mandato de poner a salvo la suerte del género humano. Tú serás Nuestra Mandataria en medio a ellos, a Ti confiamos sus almas, Tú defenderás Nuestros derechos lesionados por sus culpas, estarás en medio, entre ellos y Nosotros, para ajustar las partidas entre ambas partes. Sentimos en Ti la fuerza invencible de Nuestra Voluntad Divina que por medio Tuyo ruega, llora, ¿quién Te puede resistir?. Tus plegarias son órdenes, Tus lágrimas imperan sobre Nuestro Ser Divino, por eso, adelante en Tu empresa". 

               Ahora hija mía queridísima, Mi pequeño Corazón se sentía consumir de amor ante los modos amorosos del Hablar Divino, y con todo amor acepté Su mandato al decirles: "Majestad Altísima, estoy aquí entre vuestros brazos, disponed de Mí como queráis, Yo pondré incluso la vida, y si tuviera tantas vidas por cuantas criaturas hay, Yo las pondría a disposición de ellas y vuestra, para llevarlas a todas salvas a vuestros brazos paternos". 

               Y sin saber entonces que Yo debía ser la Madre del Verbo Divino, Yo sentía en Mí la doble maternidad, maternidad hacia Dios, para defender Sus justos derechos; maternidad hacia las criaturas, para ponerlas a salvo. Me sentía madre de todos, el Querer Divino que reinaba en Mí, que no sabe hacer obras aisladas, ponía en Mí a Dios y a todas las criaturas de todos los siglos, en Mi Materno Corazón sentía a Mi Dios ofendido que quería ser satisfecho, y sentía a las criaturas bajo el imperio de la Justicia Divina. 

               ¡Oh! cuántas lágrimas derramé, quería hacer descender Mis lágrimas en cada corazón para hacer sentir a todos Mi maternidad toda de Amor. Lloré por ti y por todos hija Mía, por eso escúchame, ten piedad de Mi llanto, toma Mis lágrimas para apagar tus pasiones y para hacer que tu voluntad pierda la vida. ¡Ah! acepta Mi mandato, es decir, que tú hagas siempre la Voluntad de tu Creador. 

El alma: 

               Mamá celestial, mi pobre corazón no resiste al oír cuánto me amas. ¡Ah! me amas tanto, hasta llorar por mí, Tus lágrimas las siento descender en mi corazón y como tantas heridas me hieren y me hacen comprender cuánto me amas, y yo quiero unir mis lágrimas a las Tuyas y rogarte llorando que no me dejes jamás sola, que me vigiles en todo, y si es necesario, golpéame también, hazme de Mamá y yo como pequeña hija Tuya todo aceptaré de Ti, a fin de que Tu mandato sea mi bienvenido y Tú puedas llevarme en Tus brazos a Nuestro Padre celestial, como acto cumplido de Tu mandato divino. 

Florecita: 

               Hoy para honrarme Me darás tu voluntad, tus penas, tus lágrimas, tus ansias, tus dudas y temores en Mis manos maternas, a fin de que como Mamá tuya las tenga en depósito en Mi Corazón Materno, como prendas de Mi hija, y Yo te daré la preciosa prenda de la Divina Voluntad. 

Jaculatoria: 

               Mamá Celestial, derrama Tus lágrimas en mi alma, a fin de que me curen las heridas que me ha hecho mi voluntad.



martes, 7 de mayo de 2024

LOS TRECE MARTES DE SAN ANTONIO. MARTES 8º: LA MANSEDUMBRE

         



            Por la señal de la Santa Cruz + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro + 

            En el Nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.


ACTO DE CONTRICIÓN


            Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta.

            Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en Vuestra Bondad y Misericordia infinita, que me los perdonaréis, por los méritos de Vuestra Preciosísima Sangre, Pasión y Muerte y me daréis gracia para enmendarme, y perseverar en Vuestro Santo Amor y servicio, hasta el fin de mi vida. Amén.

ORACIÓN INICIAL


            Postrado a tus pies, oh amantísimo protector mío San Antonio, te ofrezco el piadoso ejercicio que voy a practicar para que me alcances del Señor el perdón de mis pecados, las virtudes propias de mi estado, la perseverancia final y la gracia especial que solicito con esta devoción. Más si ésta no me conviniese, obtenme conformidad con la Voluntad de Dios. Amén.


MARTES 8º: LA MANSEDUMBRE

            ¡Oh, humilde y afabilísimo San Antonio! Obtenedme por vuestros méritos aquella mansedumbre que aun a los malos cautiva, y que logre con ella salvarme acompañado de muchos..     

A continuación rezamos un Padrenuestro
un Avemaría y un Gloria. Luego, terminamos 
rezando el tradicional Responsorio de San Antonio...




Y terminamos este ejercicio piadoso signándonos 
en el Nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.



LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 7º

 

...oirás los inauditos prodigios 
que el Fiat Divino hizo a tu Mamá Celestial


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...


El alma a la Divina Secretaria: 

               Reina Mamá, heme aquí a Tus pies postrada, siento que yo, como hija Tuya, no sé estar sin mi Mamá Celestial, y si bien hoy vienes a mí con la Gloria del Cetro de mando y con la Corona de Reina, también Eres siempre mi Mamá, y si bien temblando, me arrojo en Tus brazos a fin de que me sanes las heridas que mi mala voluntad ha hecho a mi pobre alma. Escucha Mamá Soberana, si Tú no haces un prodigio, si no tomas el cetro de mando para guiarme y tener Tu dominio sobre todos mis actos para hacer que mi querer no tenga vida, ¡ah! no tendré la bella suerte de venir al Reino de la Divina Voluntad. 

Lección de la Reina del Cielo:

               Hija mía querida, ven a los brazos de tu Mamá y pon atención a escucharme, y oirás los inauditos prodigios que el Fiat Divino hizo a tu Mamá Celestial. En cuanto tomé posesión del Reino de la Divina Voluntad, terminaron Sus pasos en Mí, mucho más que estos seis pasos simbolizaban los seis días de la Creación, y en cada día de los cuales, pronunciando un Fiat, hacía como un paso, al pasar a crear ahora una cosa y ahora otra, el sexto día hizo el último paso con decir: "Fiat, hagamos al hombre a Nuestra imagen y semejanza". Y el séptimo se reposó en Sus obras, como queriéndose gozar todo aquello que con tanta magnificencia había creado. Y en Su reposo, observando Sus obras decía: "Cómo son bellas Mis obras, todo es orden y armonía". Y viendo al hombre, en el ímpetu de su amor agregaba: "Pero el más bello eres tú, tú eres la corona de todas nuestras obras". 

               Ahora, Mi creación superó todos los prodigios de la Creación, y por eso la Divinidad quiso hacer con Su Fiat seis pasos en Mí, y comenzó Su Vida plena, entera y perfecta en Mi Alma, y ¡oh! en que alturas divinas fui puesta por el Altísimo, los Cielos no podían ni alcanzarme, ni contenerme, la luz del sol era pequeña ante Mi luz, ninguna cosa creada podía alcanzarme. 

             Yo navegaba los mares divinos como si fueran Míos, Mi Padre Celestial, el Hijo y el Espíritu Santo suspiraban tenerme en Sus brazos para gozarse a Su pequeña Hija, y, ¡oh! el contento que experimentaban al sentir cómo los amaba, les rogaba y adoraba Su Alteza Suprema, Mi Amor, Mis plegarias y adoraciones salían de dentro de Mi Alma, del centro de la Divina Voluntad, sentían salir de Mí olas de Amor Divino, castos perfumes, alegrías insólitas que partían de dentro del Cielo que Su mismo Querer Divino había formado en Mi pequeñez, tanto, que no terminaban de repetir: "Toda Bella, toda Pura, toda Santa es Nuestra pequeña Hija, Sus palabras son cadenas que nos acercan, Sus miradas son dardos que nos hieren, Sus latidos son flechas que flechándonos nos hacen delirar de Amor".”

               Sentían salir de Mí la Potencia, la Fuerza de su Divina Voluntad que nos hacía inseparables, y Me llamaban: "Nuestra Hija invencible que llevará victoria también a nuestro Ser Divino". Ahora escúchame hija Mía, la Divinidad llevada por un exceso de Amor hacia Mí, Me dijo: "Hija Nuestra amada, Nuestro Amor no rige, se siente sofocado si no Te confiamos Nuestros secretos, por eso Te elegimos como Nuestra fiel Secretaria. A Ti queremos confiar nuestros dolores y Nuestros decretos, a cualquier costo queremos salvar al hombre, mira como va al precipicio, su voluntad rebelde lo arrastra continuamente al mal; sin la Vida, la Fuerza, el Sostén de Nuestro Querer Divino se ha desviado del camino de su Creador y camina arrastrándose en la tierra, débil, enfermo y lleno de todos los vicios, pero no hay posibilidades de salvarlo, ni otras maneras para que salga, sino que descienda el Verbo Eterno, tomar sus despojos, sus miserias, sus pecados sobre Sí, hermanarse con él, vencerlo por camino del amor y de penas inauditas, darle tanta confianza para poder ponerlo nuevamente en Nuestros brazos paternos. 

               ¡Oh! cómo nos duele la suerte del hombre, Nuestro dolor es grande, no podíamos confiarlo a ninguno, porque no teniendo una Voluntad Divina que los domine, no podían jamás comprender ni Nuestro dolor, ni los graves males del hombre caído en el pecado. A Ti es dado, porque posees nuestro Fiat, el poderlo comprender, y por eso como a Secretaria Nuestra queremos revelarte Nuestros secretos y poner en Tus manos el Cetro de mando a fin de que domines e imperes sobre todo, y Tu dominio venza a Dios y al hombre, y nos los lleves como hijos regenerados en Tu Materno Corazón". 

               ¿Quién puede decirte hija Mía querida que sintió Mi Corazón con este Hablar Divino? Se abrió en Mí una vena de intenso dolor y Me propuse, aun a costo de Mi Vida vencer a Dios y a las criaturas, y unirlas. 

               Ahora hija Mía escucha a tu Mamá, te he visto sorprendida al oírme narrar la historia de la posesión en el Reino de la Divina Voluntad, ahora debes saber que también a ti es dada esta suerte, si te decides a no hacer jamás tu voluntad, el Querer Divino formará Su Cielo en tu alma, sentirás la Inseparabilidad Divina, te será dado el Cetro de mando sobre ti misma, sobre tus pasiones, no serás más esclava de ti misma, porque sólo la voluntad humana pone en esclavitud a la pobre criatura, les corta las alas del amor hacia Aquél que la ha creado, le quita la fuerza, el sostén y la confianza de lanzarse a los brazos de su Padre Celestial, de modo que no puede conocer ni Sus secretos, ni el Amor grande con el que la ama, y por eso vive como extraña de la casa de su Padre Divino. Qué lejanía pone entre Creador y criatura el humano querer, por eso escúchame, conténtame, dime que no darás más vida a tu voluntad, y Yo te llenaré toda de Voluntad Divina. 

El alma: 

               Mamá Santa, ayúdame, ¿no ves cómo soy débil?. Tus bellas lecciones me conmueven hasta las lágrimas, y lloro mi gran desventura de haber tantas veces caído en el laberinto de hacer mi voluntad, y me ha alejado de aquella de mi Creador, ¡Ah! hazme de Mamá, no me dejes conmigo misma, con Tu Potencia une el Querer Divino al mío, enciérrame en Tu Corazón Materno donde estaré segura de no hacer jamás mi voluntad. 

Florecita: 

               Hoy para honrarme te estarás bajo Mi Manto para enseñarte a vivir bajo Mis miradas, y recitándome tres Avemarías, me rogarás que Yo haga conocer a todos la Divina Voluntad. 

Jaculatoria: 

              Mamá Santa, enciérrame en Tu Corazón a fin de que aprenda de Ti a vivir de Voluntad Divina.



lunes, 6 de mayo de 2024

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 6º

 

Desde que fui concebida 
Yo te llevé en Mi Corazón


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...


El alma a la Virgen: 

               Mamá Reina, veo que me esperas de nuevo, y extendiéndome la mano me pones sobre Tus rodillas, me estrechas a Tu Corazón para hacerme sentir la vida de aquel Fiat Divino que Tú posees. ¡Oh cómo es reconfortante Su calor, y como es penetrante Su luz!. ¡Ah!. Mamá Santa, si tanto me amas, arroja el pequeño átomo de mi alma en aquel Sol de la Divina Voluntad que Tú escondes, a fin de que también yo pueda decir: "Mi voluntad ha terminado, no tendrá más vida, sino que mi vida será la Divina Voluntad". 

Lección de la Reina del Cielo: 

               Hija queridísima, confía en tu Mamá y pon atención a Mis lecciones, ellas te servirán para hacerte aborrecer tu voluntad y hacerte desear en ti aquel Fiat Santo, que tanto anhelo formar Su Vida en ti. Hija Mía, tú debes saber que la Divinidad después de que se aseguró de Mí en la prueba que quiso, mientras todos creen que Yo no tuve ninguna prueba y que bastaba a Dios hacer el gran portento que hizo de Mí, que fuera concebida sin mancha original, ¡oh! cómo se engañan, antes bien quiso de Mí una prueba que no ha pedido a ninguno, y esto lo hizo con justicia y con suma sabiduría, porque debiendo descender en Mí el Verbo Eterno, no sólo no era decoroso que encontrara en Mí la mancha de origen, sino que ni siquiera era decoroso que encontrara en Mí una voluntad humana obrante; habría sido muy indecoroso para Dios descender en una criatura en que reinase la voluntad humana.

               Es por esto que quiso de Mí, por prueba y por toda la vida, Mi voluntad, para asegurar en Mi Alma el Reino de la Divina Voluntad. Asegurado éste en Mí, Dios podía hacer lo que quería de Mí, todo podía darme, y puedo decir que nada me podía negar. Pero ahora regresemos al punto donde nos hemos quedado, me reservaré en el curso de Mis lecciones el narrarte lo que hizo esta Divina Voluntad en Mí. 

               Ahora escucha hija Mía, después del Triunfo en la prueba el Fiat Divino hizo el sexto paso en Mi Alma, haciéndome tomar posesión de todas las propiedades divinas, por cuanto a criatura es posible e imaginable. Todo era Mío, Cielo, tierra, y el mismo Dios, del Cual poseía la misma Voluntad de Ellos, Yo Me sentía poseedora de la Santidad Divina, del Amor, de la Belleza, Potencia, Sabiduría y Bondad Divinas, Me sentía Reina de todo, no Me sentía extraña en la casa de Mi Padre Celestial, sentía a lo vivo Su Paternidad y la suprema Felicidad de ser Su Hija fiel, puedo decir que crecí sobre las rodillas paternas de Dios, no conocí otro amor, ni otra ciencia, sino aquella que Me suministraba Mi Creador. 

               ¿Quién puede decirte lo que hizo esta Divina Voluntad en Mí? Me elevó tan en alto, me embelleció tanto, tanto, que los mismos Ángeles quedaron mudos, no sabiendo por dónde comenzar a hablar de Mí. Ahora hija Mía queridísima, tú debes saber que en cuanto el Fiat Divino Me hizo tomar posesión de todo, Me sentí Poseedora de todo y de todos, la Divina Voluntad con Su Potencia, Inmensidad y Omnividencia encerraba en Mi Alma a todas las criaturas, y Yo sentía un pequeño lugar en Mi Corazón materno para cada una de ellas. Desde que fui concebida Yo te llevé en Mi Corazón, y ¡oh! cuánto te amé y te amo, te amé tanto que te hice de Madre ante Dios, Mis oraciones, Mis suspiros eran para ti, y en el delirio de Madre decía: “¡Oh! cómo quisiera ver a Mi hija poseedora de todo, como lo Soy Yo.” 

               Por eso escucha a tu Mamá, no quieras reconocer más tu voluntad humana, si esto haces todo será común entre Yo y tú, habrá una fuerza divina en tu poder, todas las cosas se convertirán en Santidad, Amor y Belleza Divinas. Y Yo en el desahogo de Mi Amor, así como Me alabó el Altísimo: "Toda Bella, toda Santa, toda Pura eres Tú, ¡oh! María". Diré: "Bella, Pura y Santa es Mi hija, porque posee la Voluntad Divina".

El alma: 

               Reina del Cielo, también yo Te saludo: "Toda Bella, Pura y Santa es mi Mamá celestial". ¡Ah! Te ruego, si tienes un lugar para mí en Tu Materno Corazón, enciérrame en Él y así estaré segura que no haré más mi voluntad, sino siempre la de Dios, y la Mamá y la hija serán felices las dos. 

Florecita: 

               Hoy para honrarme recitarás por tres veces tres Gloria Patri, en agradecimiento a la Santísima Trinidad por el Reino que estableció en Mí de la Divina Voluntad, dándome la posesión de todo, y haciendo tuyas las palabras del Ser Supremo en cada Gloria me dirás: "Toda Bella, Pura y Santa es mi Mamá".

Jaculatoria: 

               Reina del Cielo, hazme poseer por la Voluntad Divina.



domingo, 5 de mayo de 2024

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 5º

  
 Me pondré a tu disposición, 
seré toda de Mi hija


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...



El alma a la Virgen: 

               Soberana Celestial, veo que me tiendes los brazos para ponerme sobre Tus rodillas maternas, y yo corro, casi vuelo para gozarme los castos abrazos, las celestes sonrisas de mi Mamá Celestial. Mamá Santa, Tu aspecto hoy es de Triunfadora, y en aire de triunfo quieres narrarme el triunfo de Tu prueba. ¡Ah! sí, de buena gana Te escucharé, y Te ruego que me des la gracia de saber triunfar en las pruebas que el Señor disponga de mí. 

Lección de la Reina del Cielo: 

               Hija queridísima, ¡oh, cómo suspiro por confiar Mis secretos a Mi hija! Secretos que Me darán tanta Gloria y que glorificarán aquel Fiat Divino que fue causa primaria de Mi Inmaculada Concepción, de Mi Santidad, Soberanía y Maternidad, todo le debo al Fiat Divino, Yo no conozco otra cosa, todas Mis sublimes prerrogativas por las que la Santa Iglesia tanto Me honra, no son otra cosa que los efectos de aquella Divina Voluntad que Me dominaba, reinaba y vivía en Mí. Por eso suspiro tanto que se conozca quién era Aquella que producía en Mí tantos privilegios y efectos admirables que dejaron estupefactos Cielo y tierra. 

               Ahora escúchame hija querida, en cuanto el Ser Supremo Me pidió Mi querer humano, y habiendo comprendido el grave mal que puede hacer la voluntad humana en la criatura, y cómo ella pone en peligro todo, incluso las obras más bellas de su Creador; cómo la criatura con su querer humano, toda es oscilaciones, es débil, inconstante, desordenada, y esto porque Dios al crearla la había creado unida, como en naturaleza, con Su Voluntad Divina, de modo que Ella debía ser la fuerza, el movimiento primario, el sostén, el alimento, la vida de la voluntad humana, así que con no dar vida a la Voluntad Divina en la nuestra, se rechazan los bienes recibidos de Dios en la Creación y los derechos recibidos en naturaleza en el acto en que fuimos creados; ¡oh, cómo comprendí bien la grave ofensa que se hace a Dios y los males que llueven sobre la criatura! 

               Así que tuve horror y miedo de hacer Mi voluntad, y justamente temía, porque también Adán fue creado por Dios, inocente, y con hacer su voluntad, ¿en cuántos males no se arrojó él y a todas las generaciones? Por eso tu Mamá presa de terror, y más por el amor hacia Mi Creador, juré no hacer jamás Mi voluntad, y para estar más segura y testificar mayormente Mi sacrificio a Aquél que tantos mares Me había dado de gracias y privilegios, tomé esta Mi voluntad humana y la até a los pies del Trono Divino en homenaje continuo de amor y de sacrificio, jurando no servirme jamás, aun por un solo instante de Mi Vida, de Mi voluntad, sino siempre de la de Dios. 

               Hija mía, tal vez a ti no te parezca grande Mi sacrificio de vivir sin Mi voluntad, pero Yo te digo que no hay sacrificio semejante al Mío, más bien, todos los otros sacrificios de toda la Historia del mundo se pueden llamar sombras comparados al Mío; sacrificarse un día, ahora sí y ahora no, es fácil, pero sacrificarse en cada instante, en cada acto, en el mismo bien que se quiere hacer, por toda la vida, sin jamás dar vida a la propia voluntad, es el sacrificio de los sacrificios y el testimonio más grande que puede ofrecerse, y el amor más puro, cribado por la misma Voluntad Divina, que puede ofrecerse a nuestro Creador. 

              Es tan grande este sacrificio, que Dios no puede pedir nada más de la criatura, ni ella puede encontrar como puede sacrificarse más por su Creador. Ahora hija Mía amadísima, en cuanto hice don de Mi voluntad a Mi Creador, Yo Me sentí triunfadora en la prueba querida para Mí, y Dios se sintió triunfador sobre Mi voluntad humana. Dios esperaba Mi prueba, esto es, un alma que viviera sin voluntad para ajustar las partidas con el género humano, para ponerse en actitud de clemencia y misericordia. 

               Por eso te espero de nuevo para narrarte la historia de lo que hizo la Divina Voluntad después del triunfo en la prueba. Y ahora una palabrita para ti hija Mía, si tú supieras cómo suspiro verte vivir sin tu voluntad, tú sabes que Soy tu Madre, y la Mamá quiere ver feliz a Su hija, pero ¿cómo puedes ser feliz si no te decides a vivir sin voluntad como vivió tu Mamá? Si lo haces así todo te daré, Me pondré a tu disposición, seré toda de Mi hija, porque tendré el bien, el contento, la felicidad de tener una hija que viva toda de Voluntad Divina. 

El alma: 

               Soberana Triunfadora, en Tus manos de Madre pongo mi voluntad, a fin de que Tú misma como Mamá me la purifiques y embellezcas, y junto con la Tuya la ates a los pies del Trono Divino para que pueda vivir no con mi voluntad, sino siempre, siempre con la de Dios. 

Florecita: 

               Hoy para honrarme, en cada acto que hagas, Me entregarás en Mis manos maternas tu voluntad, y Me rogarás que en lugar de la tuya, Yo haga correr la Divina Voluntad.

Jaculatoria: 

              Reina triunfante, róbame mi voluntad y dame la Divina Voluntad.





sábado, 4 de mayo de 2024

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 4º

 
 ...deseo tenerte estrechada entre Mis brazos, 
apoyada sobre Mi Corazón


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...



El alma a la Virgen: 

               Heme aquí de nuevo sobre las rodillas maternas de mi Mamá Celestial. El corazón me late fuerte, fuerte, deliro de amor por el deseo de escuchar Tus bellas lecciones, por eso dame la mano y estréchame en Tus brazos. En Tus brazos paso momentos de Paraíso, me siento feliz; ¡oh! cómo suspiro por escuchar Tu voz, una nueva vida me desciende al corazón, por eso háblame y yo Te prometo poner en práctica Tus santas enseñanzas. 

Lecciones de la Reina del Cielo: 

               Hija Mía, si tú supieras cuánto deseo tenerte estrechada entre Mis brazos, apoyada sobre Mi Corazón materno para hacerte escuchar los arcanos celestiales del Fiat Divino. Y si tú tanto suspiras el escucharme, son Mis suspiros que hacen eco en tu corazón, es tu Mamá que quiere a Su hija, que quiere confiarte Sus secretos y narrarte la historia de lo que obró en Mí la Divina Voluntad. 

               Hija de Mi Corazón, préstame atención, es Mi Corazón de Madre que quiere desahogarse con Su hija, quiero decirte Mis secretos, que hasta ahora no han sido revelados a ninguno, porque aún no había sonado la Hora de Dios, que queriendo prodigar a Sus criaturas gracias sorprendentes, que en toda la Historia del mundo no ha concedido, quiere hacer conocer los prodigios del Fiat Divino, lo que puede obrar en la criatura si se deja dominar, y por eso quiere ponerme a la vista de todos como Modelo, porque tuve el gran honor de formar Mi Vida toda de Voluntad Divina. 

               Ahora debes saber hija Mía, que en cuanto fui concebida y puse en fiesta a la Divinidad, Cielo y tierra me festejaron y me reconocieron como su Reina. Yo quedé de tal manera unificada con Mi Creador, que me sentía en los Dominios Divinos como Dueña, Yo no sabía qué cosa fuera separación con Mi Creador, aquél mismo Querer Divino que reinaba en Mí reinaba en Ellos y nos hacía inseparables. 

               Y mientras todo era sonrisa y fiesta entre Ellos y Yo, Yo veía que no se podían confiar de Mí si no tenían una prueba. Hija Mía, la prueba es la bandera que dice Victoria, la prueba pone al seguro todos los Bienes que Dios nos quiere dar, la prueba madura y dispone al alma para adquirir grandes conquistas, y también Yo veía la necesidad de esta prueba, porque quería dar a Mi Creador, como correspondencia de tantos mares de gracias que Me había dado, un acto de Mi fidelidad, que Me costase el sacrificio de toda Mi Vida. 

               Cómo es bello poder decir: “Me has amado y te he amado.” Pero sin la prueba esto no puede decirse jamás. Entonces hija Mía, el Fiat Divino Me hizo conocer la creación del hombre inocente y santo, también para él todo era felicidad, tenía el dominio sobre toda la Creación y todos los elementos eran obedientes a sus indicaciones porque en Adán reinaba el Querer Divino, y en virtud de Él también él era inseparable de su Creador; de los tantos bienes que Dios le había dado, para tener un acto de fidelidad de Adán, le mandó que no tocara un solo fruto de los tantos que había en aquel edén terrenal, era la prueba que Dios quería para confirmar su inocencia, santidad y felicidad, y para darle el derecho de mando sobre toda la Creación. 

               Pero Adán no fue fiel a la prueba, y no siendo fiel Dios no se pudo fiar de él y por eso perdió el dominio, la inocencia, la felicidad, se puede decir que puso de cabeza la Obra de la Creación. Ahora escucha hija de Mi Corazón, al conocer los graves males de la voluntad humana en Adán y en toda su descendencia, Yo, tu celestial Mamá, si bien apenas recién concebida, lloré amargamente con lágrimas ardientes sobre el hombre caído, y el Querer Divino al verme llorar Me pidió como prueba que le cediera Mi voluntad humana. El Fiat Divino Me dijo: “No Te pido un fruto como a Adán, ¡no, no! Sino que Te pido Tu voluntad, Tú la tendrás como si no la tuvieras, bajo el Imperio de mi Querer Divino que te será vida, y así se sentirá seguro de hacer lo que quiera de Ti.” Así, el Fiat Supremo hizo el cuarto paso en Mi Alma, pidiéndome por prueba Mi voluntad, esperando de Mí Mi Fiat y la aceptación de tal prueba. 

               Ahora, mañana te espero de nuevo sobre Mis rodillas para narrarte el éxito de la prueba, y como quiero que imites a tu Mamá, te ruego, como Madre, que no niegues jamás nada a tu Dios, aunque fueran sacrificios que te durasen toda la vida. El no apartarte jamás de la prueba que Dios quiere de ti, tu fidelidad, y el llamar los designios divinos sobre ti, es el reflejo de Sus Virtudes, que como tantos pinceles forman del alma la obra maestra del Ser Supremo. 

               Se pude decir que la prueba pone la materia en las manos divinas para cumplir su trabajo en la criatura. Y con quien no es fiel a la prueba, Dios no sabe qué hacer con él, y no sólo eso, sino que trastorna las obras más bellas de su Creador. Por eso Mi querida hija, sé atenta, si tú eres fiel en la prueba volverás más feliz a tu Mamá, no Me harás estar pensativa, dame tu palabra y Yo te guiaré, te sostendré en todo como a hija Mía. 

El alma: 

               Mamá Santa, conozco bien mi debilidad, pero Tu Bondad materna me infunde tal confianza que todo espero de Ti, y Contigo me siento segura, es más, pon en Tus manos maternas las mismas pruebas que Dios dispondrá de mí, a fin de que Tú me des todas las gracias para hacer que no arruine los designios divinos. 

Florecita: 

               Hoy para honrarme vendrás tres veces sobre Mis rodillas maternas y Me llevarás todas tus penas, de alma y de cuerpo, llevarás todo a tu Mamá y Yo te las bendeciré para infundir en ellas la fuerza, la luz, la gracia que se requiere. 

Jaculatoria: 

               Mamá celestial, tómame entre Tus brazos y escribe en mi corazón: Fiat, Fiat, Fiat.




viernes, 3 de mayo de 2024

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 3º


 ...como veo que Me quieres escuchar 
Mi Corazón se alegra


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...



El alma a la Virgen: 

               Soberana Mamá, esta pequeña hija Tuya, raptada por Tus celestiales lecciones, siente la extrema necesidad de venir cada día sobre Tus rodillas para escucharte y poner en mi corazón Tus enseñanzas maternas. Tu amor, Tu dulce acento, el estrecharme a Tu Corazón entre Tus brazos, me infunden valor y confianza de que mi Mamá me dará la gran gracia de hacerme comprender el gran mal de mi voluntad. 

Lección de la Reina del Cielo: 

               Hija Mía escúchame, es un Corazón de Madre el que te habla, y como veo que Me quieres escuchar Mi Corazón se alegra y siente la esperanza cierta de que Mi hija tomará posesión del Reino de la Divina Voluntad, que Yo poseo en Mi Materno Corazón para darlo a Mis hijos. 

               Por eso sé atenta a escucharme y escribe todas Mis palabras en tu corazón, para que las tengas presentes siempre, y modeles tu vida de acuerdo a Mis enseñanzas. Escucha hija Mía, en cuanto la Divinidad sonrió y festejó Mi Concepción, el Fiat Supremo hizo el tercer paso en Mi pequeña humanidad. 

               Muy pequeñita Me dotó de razón divina, y movida toda la Creación a fiesta Me hizo reconocer por todas las cosas creadas como su Reina, reconocieron en Mí la Vida del Querer Divino y todo el Universo se postró a Mis pies, aunque pequeña y no nacida aún, y alabándome, el sol Me festejó y sonrió con su luz; el Cielo Me festejó con sus estrellas, sonriéndome con el manso y dulce centelleo y ofreciéndose como refulgente corona sobre Mi cabeza; el mar con sus olas, elevándose y abajándose, pacíficamente Me festejó; en suma, no hubo cosa creada que no se uniera a la sonrisa y a la fiesta de la Trinidad Sacrosanta, todos aceptaron Mi Dominio, Mi Imperio, Mi Mando, y se sintieron honrados de que después de tantos siglos desde que Adán perdió el Mando y el Dominio de sí por haberse sustraído de la Divina Voluntad, encontraron en Mí a su reina, y toda la Creación Me proclamó Reina del Cielo y de la tierra. 

                Querida hija Mía, has de saber que la Divina Voluntad cuando reina en el alma no sabe hacer cosas pequeñas, sino grandes, quiere concentrar en la afortunada criatura todas Sus prerrogativas divinas, y todo lo que ha salido de Su Fiat Omnipotente la circundan y quedan obedientes a Sus indicaciones. 

               ¿Qué cosa no Me dio el Fiat Divino? Me dio todo, Cielo y tierra estaban en Mi poder, Me sentía dominadora de todo, incluso de Mi mismo Creador. Ahora hija Mía escucha a tu Mamá, ¡oh! cómo Me duele el Corazón al verte débil, pobre, sin tener el verdadero dominio de dominarte a ti misma; temores, dudas, preocupaciones, son los que te dominan, todos míseros harapos de tu voluntad, pero ¿sabes el por qué? Porque no existe en ti la Vida íntegra del Querer Divino, que poniendo en fuga todos los males del querer humano te haga feliz y te llene de todos los bienes que Él posee. 

               ¡Ah! si tú con propósito firme te decides a no dar más vida a tu voluntad, te sentirás morir todos los males y revivir en ti todos los bienes, y entonces todo te sonreirá y el Querer Divino hará también en ti el tercer paso, y toda la Creación festejará a la recién llegada al Reino de la Divina Voluntad. 

               Entonces hija Mía, dime ¿Me escucharás? ¿Me prometes que no harás jamás, jamás tu voluntad? Has de saber que si lo haces, Yo no te dejaré jamás, Me pondré en guardia de tu alma, te envolveré en Mi luz para que ninguno se atreva a molestar a Mi hija, te daré Mi Imperio a fin de que tú imperes sobre todos los males de tu voluntad. 

El alma: 

               Mamá celestial, Tus lecciones descienden en mi corazón y lo llenan de bálsamo celestial, y Te agradezco que tanto Te abajes hacia mí, pobrecita. Pero escucha oh Mamá mía, temo de mí misma, pero si Tú quieres todo puedes, y yo Contigo todo puedo, me abandono como una pequeña niña en los brazos de mi Mamá, y estoy segura que apagaré Sus ansias maternas. 

Florecita: 

               Hoy para honrarme mirarás el Cielo, el Sol, la Tierra, y uniéndote con todos, por tres veces recitarás tres Glorias para agradecer a Dios el haberme constituido Reina de todos. 

Jaculatoria: 

               Reina poderosa, domina sobre mi voluntad para convertirla en Voluntad Divina.




jueves, 2 de mayo de 2024

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 2º


 ...si tú supieras cuánto te amo 
confiarías más en tu Mamá


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...


El alma: 

               Heme aquí de nuevo sobre Tus rodillas maternas para escuchar Tus lecciones. Mamá Celestial, a Tu potencia se confía esta pobre hija Tuya, soy muy pobre, lo reconozco, pero sé que Tú me amas como Mamá, y esto me basta para arrojarme en Tus brazos, a fin de que Tú tengas compasión de mí, y abriéndome los oídos del corazón me hagas oír Tu voz dulcísima para darme Tus sublimes lecciones. Tú, Mamá Santa, purificarás mi corazón con el toque de Tus dedos maternos, para que encierre en él el celestial rocío de Tus celestiales enseñanzas. 

Lección de la Reina del Cielo: 

               Hija mía, escúchame, si tú supieras cuánto te amo confiarías más en tu Mamá, y no dejarías escapar ni siquiera una sola de Mis palabras, tú debes saber que no sólo te tengo escrita en Mi Corazón, sino que dentro de este Corazón tengo una fibra materna que Me hace amar más que madre a Mi hija. Por eso quiero hacerte oír el gran prodigio que obró el Fiat Supremo en Mí, para que tú, imitándome, puedas darme el gran honor de ser Mi hija reina. 

               Cómo suspira Mi Corazón ahogado de amor el tener en torno a Mí la legión noble de las pequeñas reinas. Por eso escúchame hija Mía querida, en cuanto el Querer Divino se volcó sobre Mi germen humano para impedir los tristes efectos de la culpa, la Divinidad sonrió, se puso en fiesta al ver mi germen, aquel germen humano puro y santo como salió de Sus manos creadoras en la creación del hombre. Y el Fiat Divino hizo entonces el segundo paso en Mí, llevando éste Mi germen humano, por Él purificado y santificado ante la Divinidad, a fin de que se volcara a torrentes sobre Mi pequeñez en acto de ser concebida, y la Divinidad descubriendo en Mí, bella y pura Su Obra Creadora, sonrió de complacencia y queriéndome festejar, el Padre Celestial vertió en Mí mares de Potencia, el Hijo mares de Sabiduría, el Espíritu Santo mares de Amor. 

               Así que Yo quedé concebida en la luz interminable de la Divina Voluntad y en medio de estos mares divinos, que Mi pequeñez, no pudiéndolos contener, formaba olas altísimas para enviarlas nuevamente como homenajes de amor y Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Y la Trinidad estaba toda atenta sobre Mí, y para no dejarse vencer por Mí en amor, sonriéndome y acariciándome Me enviaba otros mares, los cuales Me embellecían tanto, que en cuanto fue formada Mi pequeña humanidad adquirí la virtud de raptar a Mi Creador, y se hacía verdaderamente raptar, tanto, que entre Dios y Yo hubo siempre fiesta, nada nos negábamos recíprocamente, Yo no le negué jamás nada, y Él tampoco. 

               ¿Pero sabes tú quién Me animaba con esta fuerza raptora? La Divina Voluntad que como vida reinaba en Mí, por eso la fuerza del Ser Supremo era la Mía, y por eso teníamos igual fuerza para raptarnos mutuamente. Ahora hija Mía escucha a tu Mamá, debes saber que Yo te amo mucho y quisiera ver tu alma llena de Mis mismos mares, estos mares Míos están llenos y quieren verterse, pero para hacer esto debes vaciarte de tu querer, a fin de que el Querer Divino pueda hacer el segundo paso en ti, y constituyéndose como principio de vida en tu alma, llame la atención del Padre Celestial, del Hijo y del Espíritu Santo para volcarse sobre ti con sus mares desbordantes, pero para hacer esto quieren encontrar en ti Su misma Voluntad, porque no quieren confiar a tu voluntad humana Sus mares de Potencia, de Sabiduría, de Amor y de belleza indecibles. 

               Hija querida, escucha a tu Mamá, pon la mano en tu corazón, dime tus secretos, ¿cuántas veces has sido infeliz, torturada, amargada, porque has hecho tu voluntad? Mira, tú has puesto fuera una Voluntad Divina y has caído en el laberinto de los males; Ella quería volverte pura y santa, feliz y bella, de una belleza encantadora, y tú con hacer tu voluntad le has hecho la guerra y con dolor la has puesto fuera de su querida habitación, la cual es tu alma. 

                Escucha hija de Mi Corazón, esto es un dolor para tu Mamá, el no ver en ti el Sol del Fiat Divino sino las densas tinieblas de la noche de tu voluntad humana. Pero ten valor, si tú Me prometes darme tu voluntad en Mis manos, Yo, tu Mamá Celestial, te tomaré en Mis brazos, te pondré sobre Mis rodillas y reordenaré en ti la Vida de la Divina Voluntad, y también tú, después de tantas lágrimas Mías formarás Mi sonrisa, Mi fiesta, y la sonrisa y la fiesta de la Trinidad Sacrosanta. 

El alma: 

               Mamá celestial, si tanto me amas Te ruego que no permitas que yo descienda de Tus rodillas maternas, y cuando veas que estoy por hacer mi voluntad, vigila mi pobre alma y encerrándome en Tu Corazón, la fuerza de Tu amor queme mi querer, así cambiaré Tus lágrimas en sonrisas de complacencia. 

Florecita: 

               Hoy para honrarme vendrás tres veces sobre Mis rodillas, entregándome tu querer diciéndome: Mamá mía, quiero que mi voluntad sea Tuya, a fin de que me la cambies por la Voluntad Divina. 

Jaculatoria: 

               Soberana Reina, con Tu Imperio Divino abate mi voluntad, a fin de que surja en mí el germen de la Divina Voluntad.